martes, 1 de junio de 2010
Sueños premonitorios
Sueños Premonitorios
Durante el sueño parece que se nos abran otros mundos. Con frecuencia, nuestros sueños nos transportan a tiempos y lugares remotos; nos encontramos a nosotros mismos entre personas y cosas que nos son familiares, aunque extrañamente transfiguradas. Hacemos cosas que nos resultarían imposibles estando despiertos, o nos encontramos paralizados e incapaces de realizar la más simple de las acciones. A veces tenemos la sensación de poseer un conocimiento profundo que daría sentido a toda nuestra vida, conocimiento que olvidamos al despertar o que nos parece incoherente. Y quizás, a veces, los sueños nos proporcionan un conocimiento real, una visión de un futuro que acontecerá en realidad.
La naturaleza de los sueños ha desconcertado a la humanidad civilizada desde los primeros tiempos. Alrededor de los sueños se han desarrollado innumerables creencias y cultos. Esto no debe sorprendernos, ya que actualmente ninguna teoría del sueño y de los sueños es aceptada universalmente.
Las antiguas creencias acerca de los sueños se basaban en la idea de que predecían sucesos futuros, y se inventaron métodos complicados para su interpretación. Uno de los más antiguos manuscritos que se conservan, un papiro egipcio de 4.000 años de antigüedad, está dedicado al complejo arte de la interpretación de los sueños.
Accidente soñado
John Dunne, soñó con gran realismo la caída de un tren por un terraplén cerca del puente Forth (Usa). Unos meses más tarde, un tren se precipitó allí.
Un sueño del faraón Tutmés IV, hacia 1450 a.C., se consideró lo bastante importante como para ser grabado en una lápida que fue erigida frente a la Gran Esfinge de Gizeh. Cuenta cómo, cuando era todavía príncipe, Tutmés soñó durante la siesta que el dios Hormakhu le hablaba, diciéndole: "La arena del paraje en el que transcurre mi existencia me ha cubierto. Prométeme que tú harás lo que desea mi corazón; entonces sabré que tú eres mi hijo, que tú eres mi salvador..." Cuando fue faraón, Tutmés retiró la arena que cubría la Esfinge sagrada en honor de Hormakhu, y su reinado fue largo y fructífero, tal como el dios le había prometido en el sueño
En el Libro de Daniel se halla recogida una historia dramática, referida a un sueño de Nabucodonosor, rey de Babilonia. El rey despertó una mañana seguro de haber tenido un sueño, pero incapaz de recordarlo. Con la seguridad de que era de origen divino, llamó a sus sabios para que le contasen el sueño y su significado. Insistieron en que no podían saber cuál había sido el sueño, pero Nabucodonosor les amenazó con la muerte si fracasaban.
Daniel, famoso ya por su conocimiento de visiones y sueños, salvó la situación. Rogó para que Dios le revelara el sueño, y esa noche tuvo una visión. Vio una imagen con la cabeza de oro, el pecho y los brazos de plata, el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro y los pies parte de hierro y parte de arcilla. La imagen fue destruida por una roca, que se convirtió en una montaña y cubrió toda la Tierra. El rey reconoció su sueño, y Daniel lo interpretó así: la cabeza de oro representaba el gobierno del rey, y las otras partes de la imagen el declive del reinado bajo los sucesivos gobiernos, finalizando con su destrucción. El reinado siguiente sería establecido por Dios y ya no tendría fin. El rey rindió tributo a Daniel y lo ascendió a un alto cargo.
El patriarca del Antiguo Testamento Jacob, cuando huía de su sanguinario hermano Esaú (a quien había engañado acerca de su primogenitura), durmió en el desierto y tuvo el siguiente sueño: vio una escala tendida desde la tierra al cielo, por la que los ángeles del Señor subían y bajaban, mientras él permanecía en lo alto.
Dios le dijo a Jacob que la tierra en la que yacía sería para él, y le prometió: "de aquí y de ti surgirán todas las familias de la Tierra". El sueño inspiró pánico a Jacob, pero luego se convirtió en realidad, pues él fue el antecesor de todas las tribus de Israel.
Al igual que los patriarcas, los generales también dirigían sus asuntos según el supuesto significado de los sueños. Alejandro Magno, durante el asedio a la ciudad Fenicia de Tiro, en el año 332 a.C., soñó con un sátiro danzando sobre un escudo. Su interpretador de sueños, Aristandro, reconoció este sueño como un hábil juego de palabras: satyros (sátiro en Griego), podía ser tomado como sa Tyros, cuyo significado sería "Tiro es tuyo". Alejandro prosiguió la campaña y conquistó la ciudad.
Este ejemplo de sueño convertido en juego de palabras apunta a la teoría freudiana de que el inconsciente es un gran burlón que expresa los impulsos reprimidos por medio de múltiples juegos de palabras, creando sueños codificados en mensajes que puedan eludir la censura de la mente consciente.
Pero entre los pensadores especulativos del antiguo mundo, algunas voces se alzaron contra las teorías de los sueños comúnmente aceptadas. Cicerón, el más grande de los oradores romanos, aseguraba con vehemencia en el siglo I a.C. que aquellos que se atribuían la capacidad de interpretar los sueños, lo hacían basándose en conjeturas y no en un conocimiento bien fundamentado. Y aunque entre los musulmanes la adivinación de los sueños era aceptada como un medio válido para conocer el futuro, Mahoma la prohibió en el siglo VI d.C., porque había alcanzado proporciones alarmantes entre el pueblo.
Actualmente resulta muy mal visto considerar los sueños como contactos con los dioses o espíritus. Existe una división entre los psicólogos académicos que consideran los sueños como reflejo de la actividad subconsciente y expresión de nuestras esperanzas y temores, y aquellos que creen que los sueños simplemente vacían el cerebro de la basura acumulada durante el día.
Sin duda algunos sueños, especialmente las pesadillas, son causados por influencias psicológicas complejas, cuyas raíces descansan más en el pasado que en el entorno inmediato. Pero existe otra clase de sueños: esos sueños sorprendentes que parecen predecir acontecimientos futuros y que probablemente se hallan en la base de las antiguas creencias acerca de la adivinación.
Un sueño profético citado con frecuencia es el concerniente al asesinato del primer ministro británico Spencer Percival, ocurrido el 11 de mayo de 1812. Ocho días antes alguien que vivía en Cornualles soñó lo siguiente: vio a un hombre pequeño entrando en la Cámara de los Comunes; vestía casaca azul y chaleco blanco. Luego vio a otro hombre sacando una pistola de una casaca marrón, la pistola estaba adornada con clavos amarillos. Este hombre le disparó al primero, que cayó al suelo sangrando por la herida del pecho. Otros caballeros que estaban presentes detenían al asesino. Preguntó quién había recibido el disparo, y le dijeron que era el señor Perceval. Quedó tan impresionado por este sueño que quiso advertir al primer ministro, pero sus amigos le disuadieron diciéndole que le despedirían como a un fanático. Más adelante, durante una visita a Londres, vio los cuadros del asesinato en tiendas de grabados, dibujados según el relato de testigos presenciales. Reconoció muchos detalles de su sueño: incluso la indumentaria de los dos hombres coincidía.
Aunque se dice que este incidente fue cuidadosamente estudiado y confirmado en su tiempo, está lejos de constituir una buena evidencia, pues se desconoce la identidad de su autor. En contraste, el siguiente sueño fue descrito por un gran escritor, Charles Dickens:
Soñe que veía a una dama con chal rojo de espaldas a mí. Cuando se volvió advertí que no la conocía y dijo: "Soy miss Napier". Mientras me vestía, a la mañana siguiente, pensé: ¡qué cosa más absurda tener un sueño tan preciso acerca de nada! Y ¿por qué miss Napier? Jamás había sabido de ninguna miss Napier. Aquel mismo viernes por la noche estuve leyendo en la sala y después entraron miss Boyle con su hermano, y la dama del chal rojo, que me presentaron como "miss Napier".
Sueños de muerte y desastre
Estos sueños, como indica Dickens, son muy detallados, o bien presentan alguna cualidad especial que les es propia. El doctor Walter Franklin Prince, clérigo e historiador americano, y brillante investigador psíquico, contaba que en el transcurso de su vida tuvo cuatro sueños que, comparados con el resto, son "como la noche al día". Las imágenes en estos sueños eran extraordinariamente reales, y las emociones que producían, intensas. Este es el relato de uno de sus sueños:
Estaba mirando un tren cuya cola salía de un túnel. De pronto, para mi horror, otro tren se arrojó sobre él. Vi arrugarse y amontonarse los vagones, y de entre la masa de restos salían los gritos agudos y agonizantes de los heridos... Luego lo que parecían ser nubes de vapor o humo se incendiaron y los gritos de agonía aumentaron. En este instante mi esposa me despertó, preocupada por mis gritos angustiados.
A la mañana siguiente ocurría en Nueva York, a 125 km. de distancia, una catástrofe ferroviaria. Cuando el doctor Brice leyó las crónicas de los periódicos quedó sorprendido por la similitud de muchos detalles: los trenes colisionaron a la entrada de un túnel, los conductos de vapor reventaron y se produjo un incendio, etcétera.
John W. Dunne, ingeniero aeronáutico británico, estaba intrigado por sus propios sueños que, con frecuencia, parecían predecir acontecimientos futuros. En su libro An experiment with time (Experimento con el tiempo, 1927) describió meticulosamente algunos de ellos. El siguiente, ocurrido en otoño de 1913, es un ejemplo típico:
La escena era un terraplén con una vía de ferrocarril. Supe entonces que el lugar se encontraba al norte del puente de FirthForth, en Escocia. Al pie del terraplén había una senda, por la que la gente paseaba en pequeños grupos. La escena se repitió algunas veces, pero en la última vi que un tren que iba en dirección norte había caído por el terraplén. Vi varios vagones cayendo y bloques de piedra rodando.
Trató de fijar la fecha, pero todo lo que pudo conseguir fue localizarla en la primavera siguiente (a mediados de abril).
El 14 de abril de 1914 el tren-correo "El escocés volador" saltó el parapeto cerca de la estación de Burntisland, 24 kilómetros al norte del puente Forth, cayendo sobre el campo de golf desde 6 metros de altura.
Recientemente se han instalado en diversos lugares del mundo oficinas para recoger las premoniciones del público, en un intento de contrarrestar la opinión de que estos relatos sólo se conocen después de que los hechos hayan ocurrido. La Oficina de premoniciones de Toronto, recibió el siguiente relato de una premonición que, como muchas otras, tiene su origen en un sueño.
La señora Zmenak soñó que recibía una llamada de la policía. Le dijeron que su marido llegaría a casa algo más tarde porque se había producido una muerte; luego vio un cuerpo sin piernas. Al despertar estaba segura de que su esposo no iba a morir, pero si de que alguien moriría si él salía de casa al día siguiente. El esposo desestimó la advertencia.
De regreso a casa, el coche del señor Zmenak sufrió una avería y se detuvo. Mientras él iba a telefonear, un coche de la policía se detuvo para comprobar lo que hacía, y también se detuvo otro coche al otro lado de la calzada. Su conductor se había perdido y cruzó la carretera para informarse. El policía le indicó la ruta, pero cuando regresaba a su coche fue atropellado y murió en el acto. Sus piernas quedaron como separadas del cuerpo.
Cuando un sueño profético coincide con la realidad de una forma tan exacta, se diría que durante el sueño las barreras del tiempo y del espacio se pueden saltar. Como todos dormimos y soñamos, todos tenemos la posibilidad de traspasar esas barreras en alguna ocasión.
Para la Doctrina de que Todo es Mente, los sueños son la entrada a la primera región de la mente. El análisis de las regiones inconscientes, llevó a Freud a suponer que siempre tenían una connotación sexual. Según esta Doctrina, los hábitos y tendencias, no son sólo heredados de actitudes paternales, circunstancias de la infancia, etc., sino que también vienen de fuentes que provienen de existencias anteriores.
El sueño tiene un profundo significado, es mucho más que un hecho psicológico y fisiológico. Su significado profundo nos ayuda a una comprensión superior de la verdad. Una tercera parte de nuestra vida la ocupamos en el sueño. La privación de él nos conduce a la locura e incluso a la muerte. Los problemas más profundos de la mente del hombre se pueden dilucidar con un estudio profundo del dormir soñando y del estar en vigilia.
Durante el sueño todas las funciones se aquietan. Pero no mueren las energías ni movimientos del estado de vigilia. Se reparan los tejidos y el hombre empieza a relajar el control voluntario y la inteligencia crítica. A medida que se acerca el sueño los pensamientos disminuyen, la consciencia se aísla del mundo físico, todo desaparece, el hombre no ve, ni huele, ni gusta, ni oye: allí, un sueño penetra en él.
Son varios los mecanismos responsables que ponen en marcha las imágenes oníricas. Sin embargo, la facultad representativa de la consciencia soñadora es tan sensible y expansiva, que es inútil interpretar los sueños según métodos empíricos, teorías psicoanalíticas o libros estereotipados, exclusivamente.
Los sueños que pertenecen al ser instintivo del hombre, son aquellos que se vuelven burda y groseramente exagerados. Suceden cuando una experiencia física externa, es su verdadero punto de partida. Este tipo de sueño, el hombre lo comparte con animales superiores y con personas bajo el efecto de drogas.
Se deben a que en el centro sensible dentro de la capa exterior del cerebro, se produce una magnificación, que irrumpe a través de los otros centros especializados en la consciencia individual, en la forma de impresiones sensoriales de esa consciencia, es decir, de la experiencia exterior del mundo. La impresión física originaria o una perturbación física, en la mente del soñador o una persona drogada, se dramatiza y
se convierte en algo fantásticamente remoto y sin relación con su origen. Flota en la consciencia soñadora por un tiempo prolongado. Esto sucede así, porque las tendencias dramatizadoras y simbolizadoras constituyen una parte natural de la facultad imaginativa, en los estados libres del arrobamiento onírico y
de la visión mística.
En los sueños del ser instintivo, el soñador no recibe la imagen completa, sino sólo un pequeño fragmento representado por la perturbación física determinada que provocó el sueño. Como consecuencia, la facultad de producir imágenes, es libre de seguir su propio curso. Pero no es tanta la libertad, debido a que la imagen se crea sobre la base de la perturbación física que dio origen al sueño, a la que permanece relacionada confusa y remotamente.
La memoria también, en este caso, puede reproducir fragmentos de experiencias anteriores que son incorporadas. El proceso amplificador que se desarrolla en la capa más externa del cerebro, por medio de una acción puramente mecánica, se libera y despliega. Su función está parcialmente dislocada, debido a esto se pueden producir experiencias fragmentadas, sin una lógica secuencia. Así se constituye el tejido
de los sueños. Este desorden y confusión se debe a que la recepción cerebral se ha liberado parcial y temporalmente, por ésta causa, la facultad elaboradora de imágenes trabaja mecánicamente, en gran medida, por sí misma.
El sueño es desordenado, pero no exagerado, cuando el centro amplificador permanece en orden, en este caso sólo la facultad creadora de imágenes se libera. El material del sueño puede provenir de contribuciones mnemónicas y en parte de la exuberancia de la fantasía. En el primer caso, el sueño aparece con una racionalidad intermitente, y en el segundo caso, de la fantasía se obtienen otros elementos desconectados y arbitrarios.
El origen de muchos de estos sueños es la fuerza de la sugestión extraída de la memoria de experiencias
de vigilia. Los acontecimientos, emociones, pensamientos, etc. pueden rastrearse - durante las 24 horas previas a las fantasías creadoras - de impresiones pasadas que ya habían sido olvidadas, pero que se conservaban muy bien. Pueden aparecer estas fantasías muy distorsionadas, porque la influencia moderadora de las facultades superiores del intelecto, la razón, la reflexión critica y el juicio valorativo, resultan superados por la facultad libre de la elaboración de imágenes. Esto trae como consecuencia, una parcial falla en la discriminación y clasificación de las imágenes. Las facultades superiores no están anuladas del todo y ejercen un cierto control que no es uniforme.
Durante el sueño, el freno de la razón y de la voluntad se afloja, las tendencias representativas y simbolizantes se entregan a una actividad libre, se asocian mecánicamente ideas similares o imágenes opuestas que generalmente están muy débilmente ligadas. Sin embargo, por grotescos que resulten los sueños, responden en general a la experiencia de vigilia, porque responden a la necesidad de presentar sus imágenes en el espacio, sus acontecimientos en la secuencia temporal y sus personajes humanos, de acuerdo con actitudes comprensibles.
La mayoría de los sueños no reportan ningún beneficio. Un sueño se vuelve significativo, cuando la consciencia se ha replegado completamente en el centro del corazón (Chakra Anahata), se ha liberado de
la contribución cerebral y está funcionando nuevamente en completa armonía con la imagen rectora del mundo que se halla dentro de él. Su significado y valor, debe captarse intuitivamente al despertar. Un sueño puede ser alguna percepción exacta de algún acontecimiento que sucede a gran distancia en el espacio o en el tiempo. Puede ser una auténtica visión clarividente.
La intensidad de la atención nos capacita para percibir el presente como real y otros instantes como ilusorios. El tiempo es o todo real o todo ilusorio, pero no puede ser ambas cosas fragmentadas. Pero el tiempo no se puede clasificar porque es un producto mental. Para resolver un hecho predictivo, tenemos que resolver primero los misterios superiores de la mente. La sensación del tiempo es de la misma índole que el de una idea, porque la misma serie temporal que rige la vida de la vigilia no rige la vida del sueño; y puesto que la experiencia sensorial física es en esencia mental, resulta más fácil para la mayoría de las personas, por medio del sueño, que a través de estar despiertos, que la mente capte el futuro con bastante exactitud y se proyecte adelantándose a los acontecimientos físicos en los que está envuelto el cuerpo. Esto sería la explicación racional de la mayoría de los sueños proféticos.
Cuando soñamos cosas, pensamientos, personas, etc. que no podemos adscribir a percepciones previas de la experiencia, se producen imágenes de recuerdos muy vívidos y quedan en la memoria por muchos años. Estos sueños pueden ejercer una profunda influencia en alguna actitud de nuestra vida consciente.
La sensación de familiaridad frente a lugares desconocidos o personas cuyo trato no nos es habitual, puede ser el origen de un sueño de este tipo. Estos sueños, surgen de nuestro karma o son transcripciones vagas de sueños anteriores. Sus raíces se hunden profundamente en encarnaciones previas y reviven acontecimientos sucedidos entonces.
Hay sueños que son más importantes porque se originan en un plano superior de la mente, muy superior al de la parte animal de nuestro ser. La persona que durante la vigilia, no responde al llamado de su Yo Superior, podría responden más fácilmente, durante las horas de sueño. Es así, porque su voluntad egoísta está más relajada y porque se encuentra más cerca de la fuente de la consciencia. Son sueños de orden superior y espiritual los que aportan buenos frutos cuando la persona despierta.
También hay sueños en los que una persona acostumbrada a vivir en el Yo Superior se presenta a un amigo, estudiante o partidario para darle ánimo, hacerle una advertencia o guiarlo durante una época crítica, que invariablemente se presenta en forma de visión, muy clara, en los momentos previos a la muerte.
La persona que haya logrado un completo control sobre sus impresiones sensoriales en su estado de vigilia habrá conseguido igual control de sus impresiones de su estado como durmiente. Su vida onírica será ordenada, coherente y racional.
Diferencias entre sueño y vigilia.
Una de las diferencias entre el sueño y la vigilia, es que éste no es tan vívido como aquella. Esta diferencia desaparece en sueños inferiores, pesadillas o en sueños superiores de experiencia estética o espiritual. Se debe a que en la vigilia, la mente se concentra en un foco menos difuso, se vive con más intensidad la experiencia.
Hubo un personaje en la historia, en el que carecía de diferencia el estar en vigilia o soñar, : Chuang-Tzu, que no tenía claro si había soñado que era una mariposa o si era una mariposa que soñaba ser un hombre.
Un sueño se termina, en cambio la vida en vigilia se continúa día a día, las cosas físicas siguen apareciendo; cada vez que dormimos no regresamos al mismo mundo soñado. Tomamos consciencia del estado de dormir estando en vigilia, en cambio durante el sueño, ignoramos el otro estado. Se produce este olvido, porque la consciencia se ha replegado hacia dentro casi totalmente durante el sueño, desconociendo lo que queda fuera de su propia esfera, en cambio durante la vigilia, alcanza la cumbre de su propia evolución. La autoconsciencia está menos marcada en el estado de sueño.
En la consciencia podemos reconocer tres modalidades: En el estado de vigilia se expande completamente; cuando sueña, está a medio camino, dilatada a medias; cuando duerme, se contrae por completo.
La "mente" es algo más que la consciencia y tiene primacía sobre ella. La consciencia es un aspecto de la mente. Se encuentra en un estado nocturno durante el dormir profundo, en un estado crepuscular durante el dormir con sueños, en un estado de pleno resplandor durante el estado de vigilia.
Imaginar es la facultad básica del universo y mirado esto con un enfoque evolutivo, en la condición de soñar el hombre recorre la mitad del camino de regreso a su ser original, porque la facultad elaboradora de imágenes, trabaja en una condición menos restringida y plena. Por eso es natural en el sueño que fluyan fantasías
Si estamos inmersos en un sueño, consideramos estas fantasías genuinamente reales. El mundo real posee un valor superior del que tiene el mundo onírico, porque la mente tiene una función más clara y plena. Esta es la diferencia fundamental entre ambos estados de consciencia, sin embargo, los dos son construcciones mentales. El sueño señala la primera etapa de un retorno a la mente de la consciencia individual proyectada desde ella; el dormir constituye la segunda etapa.
La naturaleza capacita al hombre para desprenderse periódicamente de sus ataduras, por medio de una frecuente ruptura de su estado de vigilia y de su vida terrenal. La primera en el dormir y la segunda en la muerte.
Estas experiencias determinan en el hombre distintas intuiciones que dependen del contexto en el que viva: raza, país, época, cultura personal. Esas intuiciones son: primero reconoce vagamente un Poder Superior, después – en la segunda etapa - se aclaran más sus intuiciones y se ve obligado a contemplarse en su interior y reconocer la Paz que está ligada a ese Poder; la tercera etapa es aquella en que empieza a formular ciertas preguntas que conmueven su razón, a las que finalmente les encuentra una respuesta racional. La primera etapa es la del devoto, la segunda es la del místico, la tercera es la del metafísico.
La Naturaleza, más tarde, se esfuerza por equilibrar la evolución interna del individuo, con resultados exteriores y por desplegar la segura y reiterada visión que trasciende toda visión e intuición.
El ser humano tiene que cumplir su destino espiritual y su realización individual superior sólo a través de la maduración de la consciencia, y es por medio de su contribución que puede gradualmente tomar consciencia de su Yo Superior.
Desde el punto de vista del sueño, se puede deducir que el espacio mismo debe ubicarse en la mente y no la mente en el espacio. Las dimensiones espaciales son la coexistencia de ideas dentro de la mente y no
de cosas fuera de ella. Esto se puede entender si se comprende la distinción entre mente y consciencia. La mente es la raíz de la consciencia.
La escala temporal con la que medimos cosas y acontecimientos de la vida de vigilia, es totalmente distinta de la empleada durante el sueño. No perdemos las percepciones espacio-temporales durante el sueño, pero nos formamos nuevas "ideas" de dichas percepciones.
El mundo onírico es una serie de ideas sobre las cuales fijamos nuestra atención, no es un lugar, sino un estado de la atención. En el mundo de la vigilia nuestra experiencia del mundo corre siempre parejo con nuestra atención de ese mundo, el prestar atención a las cosas es el requisito esencial para la captación
de los objetos, el grado de atención otorgado, es exactamente proporcional a la intensidad de la consciencia.
La imagen particular de cada uno, es su propia imaginación exteriorizada, esto resulta muy difícil de aceptar para el hombre despierto, como lo es también para el que duerme, el creer que su mundo onírico es su propia imaginación exteriorizada. La consciencia tiene la misteriosa capacidad de asumir cualquier forma, de cualquier tamaño, la distancia tampoco impide que exista cualquier objeto como idea.
Tanto la vigilia como el sueño, tienen similitud en sus experiencias sensoriales. Los cinco sentidos funcionan igual en los dos estados. Pero al despertar del sueño, sentimos que eran sólo pensamientos. Las dos experiencias, vigilia y sueño, son diferentes enfoques desde los cuales una misma y única mente contempla sus imágenes proyectadas como si fueran exteriores a ella. La diferencia es que en la primera esas imágenes son los ecos re-inventados de la propia Mente Universal que piensa a través de la mente individual y en el segundo caso son creaciones de la mente individual.
¿Qué sustancia compone el mundo del sueño y la vigilia? La sustancia del sueño es puramente mental, sin embargo, nuestra fe en las materias que creamos, una estatua de mármol, por ejemplo, vigoriza la imaginación en nuestra consciencia y mientras dura la experiencia, es aceptado como algo absolutamente real, igual que cuando creemos en una estatua esculpida en estado de vigilia.
La Naturaleza, a través del sueño, nos enseña que los objetos pueden existir sólo como ideas y, sin embargo, tener la apariencia de estar construidos de materia sólida. La materia onírica es exactamente igual a la materia de vigilia, la diferencia es que en esta última, es vivida por un período más largo. Vemos
y percibimos objetos particulares, creemos que están formados por materia porque parecen ubicados en el espacio y porque ofrecen resistencia al tacto.
Si aceptamos la realidad de la materia, tenemos que aceptar la índole fija del espacio y el tiempo, porque la materia se extiende en el primero y cambia en el segundo. Muchos hechos de la experiencia onírica revelan que el espacio y el tiempo no poseen existencia fija propia y que ambos son mentales.
La Doctrina de Todo es Mente considera que la materia es una entidad fija. Si no lo fuera dejaría de ser materia. La mente responde perfectamente a este criterio, por consiguiente, la materia es en verdad la mente. Para el soñador no hay dos entidades, la mente y alguna sustancia fuera de ella. Esa duplicidad debemos entenderla sólo como una idea.
Cuando se está en vigilia, el campo de la experiencia se divide en objetos exteriores y fantasías interiores. La diferencia entre el contraste de ideas externas e internas es mucho más fuerte durante la vigilia. Esto
se debe a que el dormir es un proceso centrípeto de internalización en el cual nuestra mente abandona su tendencia a externalizar, plasmar y espacializar. Cuando comenzamos a despertar se invierte la situación y se externalizan las imágenes del mundo como si estuvieran en el exterior. Cuando despertamos completamente, aumenta la apertura de la consciencia, y así ésta alcanza su punto máximo de proyección
e intensidad. Se deduce, entonces, que la materialidad de nuestro mundo, depende del grado de concentración con que lo enfoquemos. Dicha materialidad está en la mente porque la materia es un concepto.
Lo que otorga validez a las experiencias de vigilia y onírica, es una misma y única mente que debe funcionar en estos dos aspectos y debido a que ambos son transitorios y relativos entre sí, esta mente es en sí misma y por comparación, permanente y absoluta, la verdadera esencia de dichos estados.
Si un sueño se transforma en pesadilla, despertamos. Sucede igual que en el estado de vigilia, cualquier hecho muy doloroso, nos hace percibir en toda su magnitud, el significado de la vida. Si "despertamos" en
la vida de vigilia, podremos pasar de la Apariencia a la Realidad y de ese modo penetrar en una dimensión inconmensurablemente más elevada.
La metafísica del dormir
Dormir es permanecer en profundo sueño sin imágenes oníricas. La mente no queda totalmente anulada, porque no pierde el sentido de la identidad individual. Características, pensamientos y deseos que forman
la personalidad, surgen nuevamente al despertar. Recordamos el hecho de haber dormido, algo en nosotros
debió saberlo, la mente estuvo presente de alguna manera. Es un estado que brinda un filón de oro a las mentes inquisitivas.
Sri Ramana Maharshi, dice al respecto: "en el sueño sin sueños no existe el mundo, el ego ni la infelicidad. Sólo permanece el Yo. En estado de vigilia existen aquellos pero preexiste el Yo. Uno tiene que eliminar los sucesos transitorios a fin de realizar la Dicha siempre presente, que es propia del Yo. El Yo puro es la Realidad, la Existencia, es el estado de no dualidad, el olvido de todas las diferencias. El Yo Soy en el que
el ego está ausente, no es pensamiento. Es Realización. El significado del Yo es Dios. La experiencia del Yo es aquietarse. El Yo es la consciencia pura en el sueño profundo. La transición desde el reposo al estado de vigilia es el ideal para la Realización. Es el estado de conocimiento pleno. El estado de vigilia es ignorancia.”
“La ignorancia es de dos clases: el olvido del Yo y la obstrucción del conocimiento del Yo. Para eliminar por completo la ignorancia, el discípulo tiene que oír reiteradamente la verdad, hasta que sea perfecto su conocimiento del tema; para eliminar las dudas el discípulo tiene que reflexionar sobre lo que oyó. Finalmente su conocimiento estará libre de dudas de toda clase. Para eliminar la falsa identidad del Yo, con el no-yo (cuerpo, sentidos, intelecto) la mente del discípulo debe ser uni-direccional.”
“La Dicha está en librarse de las modalidades de la mente, consiste en ser el Asiento del Amor."
El dormir produce inactividad de los músculos estriados, calma en los cinco sentidos y un letargo en la mente. Cuando se duerme hay una forma particular de funcionamiento en la mente. El sonámbulo, ve sin emplear sus ojos, éstos no reaccionan al reflejo de la luz, realiza tareas a veces peligrosas, con percepción. Muchos sonámbulos tienen mejor capacidad de imaginación, razonamiento memoria, voluntad y control físico que en vigilia. Al despertar, no recuerda nada de lo vivido en ese estado. No sabe que hace ni recibe impresiones sensoriales. Hay, sin embargo, una inteligencia que orienta a su cuerpo y que lo controla adecuadamente. La mente, por lo tanto, puede actuar en dos sentidos, uno consciente normal y el otro inconsciente o incomunicada, más exactamente.
La mente no agota sus posibilidades en la condición que distinguimos como una continua y laboriosa actividad del pensamiento. La consciencia y el estrato más profundo de la mente, no dependen de los cinco sentidos corporales. En el dormir, hay un tipo particular de consciencia, un tipo de mente que desarrolla una actividad subterránea durante la noche, la que le permite ofrecer a la consciencia al día siguiente, un resultado acabado.
Personas de las diferentes gamas del conocimiento, pueden resolver problemas, aparentemente insolubles, gracias a esa mente. Ese tipo particular de mente actúa por debajo del umbral del pensamiento corriente,
es la fuente de grandes inspiraciones artísticas y decisiones intuitivas trascendentes, posee una maravillosa consciencia de sí misma. Se debe admitir que hay dos tipos de consciencia, la cotidiana y otra, misteriosa, recóndita y completamente desconocida.
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